jueves, 22 de marzo de 2012

EL GERENTE LIDER EN AMERICA LATINA

Entre las diez regiones en la geografía cultural del mundo, América Latina (A. L.) se distingue por tener un tipo propio de valores de los gerentes, que los hace más efectivos en sus organizaciones. El carisma, ese atractivo de personalidad basado en valores comunes, y la orientación a trabajar en grupos, fueron los dos distintivos de un jefe que en A. L. consigue los mejores resultados. Los gerentes latinoamericanos consideran que son muy efectivos los jefes carismáticos, inspiradores, que señalan una visión de futuro de alto desempeño, motivan al sacrificio y con valores compartidos a su gente. Esto se comparte, en general, con las diferentes regiones europeas, las culturas anglosajonas y del sur de Asia (como la India), pero es contradictorio con lo que valoran en el Medio Oriente. La otra característica considerada crucial para obtener excelentes resultados en las organizaciones latinoamericanas fue la orientación a trabajar en grupos, a organizar equipos, inducir colaboración en la gente. Adicionalmente, se valora una cuidadosa gestión de conflictos, el actuar de manera diplomática y respetuosa de la gente, el buen negociador que consigue los mejores resultados de una manera ordenada, eficiente. En A. L. se considera particularmente negativo el ser hostil, deshonesto, vengativo o irritable, lo que daña el ambiente del grupo de trabajo, pone a la gente a la defensiva y en una tónica de buscar el propio beneficio. Un resultado interesante de América Latina es que no se considera tan negativo al líder que se orienta a defender la seguridad suya y de su grupo, en especial el estatus e imagen que tienen ante los demás. Probablemente en situaciones de agudo conflicto organizacional se valora esta capacidad de desviar el conflicto a otros, de manejar el secreto, normas y procedimientos para ventaja de su división. Esta dimensión del liderazgo organizacional no aparece frecuentemente en los manuales anglosajones, de alemanes o nórdicos, y sí se refleja en los países con herencia de Confucio (Japón, China o Corea) y en el Medio Oriente. En síntesis, en América Latina se valora particularmente una dimensión humana, personal, de trabajo en grupo, y consecuentemente se valora negativamente el individualismo, el aislamiento del jefe. La conclusión más clara es que tenemos una región diferente y que los patrones de gestión latinoamericanos son distintos a los del resto del mundo, por lo que las recetas venidas del cielo pueden ser totalmente inapropiadas. Las personas reales incorporan elementos de diversos prototipos, y algunos son lo opuesto: malos jefes. Celebremos a los buenos jefes, porque infortunadamente el mal jefe está lejos de ser una especie en extinción.

Enrique Ogliastri Ph. D., Profesor Instituto de Empresa, España

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